Autores que nos encantan: Ursula Wölfel
Ursula Wölfel fue una escritora alemana cuyas historias ya clásicas han hecho reír y disfrutar a niños de varias generaciones, como las que fueron reeditadas recientemente por Kalandranka en su colección 7 Leguas:
Las historias breves que componen estos tres libros, muy parecidos entre sí, son perfectas para narrárselas a los niños en esos momentos en los que nos piden que les contemos un cuento pero no se nos ocurre nada; de Ursula Wölfel siempre podremos sacar alguna buena idea para una narración oral.
Y, por supuesto, también son historias muy atractivas para que las lean ellos mismos observando las preciosas ilustraciones que las acompañan. Son textos que enganchan, siempre quieres leer el siguiente, y el siguiente…
Esta autora me recuerda mucho a Rodari por su sentido del humor y del absurdo y su manera de, con muy pocas palabras, encandilar y atraer hacia la escucha o la lectura a los niños (y a adultos con espíritu de niños). Al fin y al cabo quizás ésa es la esencia de todo buen escritor de literatura infantil.
Como ejemplo, os copio ésta, una de nuestras favoritas, la segunda historia de 28 historias para reírse, perfecta para narrar escenificando, poniendo voces graciosas y gesticulando tanto como un mono:
Érase una vez una pulga que picó a un mono en la barriga. Entonces el mono se golpeó con la mano en la barriga con tanto ímpetu que sonó un gran estruendo. Pero la pulga ya le había saltado al hombro. Entonces el mono se mordió el hombro, y tanto se mordió que después tenía la boca llena de pelos. Pero la pulga ya le había saltado a la espalda. El mono quiso cogerla, dando vueltas alrededor de sí mismo hasta que se mareó. Pero la pulga había saltado un poco más hacia abajo, gateando por el trasero del mono. Este se sentó rápidamente en el suelo. Se echó a reír y pensó: “¡Ahora la he cogido!”. Pero entonces la pulga picó al mono desde abajo. El mono se levantó de un salto pegándose con las manos en su propio trasero, cada vez más rápido y más fuerte. Pero la pulga ya le había saltado a la cabeza. Sentada allí arriba, miraba cómo el mono se pegaba a sí mismo.
Para hacernos una idea de estos tesoros, podemos leer parte de ellos aquí: